CLÍNICA DE LAS POSICIONES SEXUADAS
A cargo de Florencia Farías
Colaboran: Ricardo Cababié y Mariano Daquino
Feminidad y masculinidad, binario y no-binario, son temas que han cobrado un relevado interés en nuestra actualidad. Recordemos que decirse hombre o mujer son hechos de discurso y puede coincidir o no con su sexo anatómico.
Proponemos una revisión a partir de su modo de aparición en la experiencia analítica, para pensar la incidencia en la cura de las posiciones sexuadas tanto del analizante como del analista. Desplegaremos las siguientes preguntas:
¿Cuáles son las variables que juegan en un análisis si el analista es un varón o una mujer y cuál es su incidencia en su posición de analista? ¿La sexuación tiene consecuencias en la práctica? ¿El analista sólo opera como para-sexuado y, en este caso, la diferencia es solo a nivel de las representaciones del analizante?
Lacan señala que las mujeres son “las mejores analistas”, aunque agrega: “cuando no las peores…” Si bien las mujeres tienen más facilidad que los hombres para soportar el lugar de objeto que les es asignado en el fantasma de sus pacientes ¿Es esto que las hace mejores analistas? Es para el hombre un obstáculo el hecho de ser portador del falo frente a «hacer semblante» de tenerlo, ¿Será esto lo que lo diferencia del analista mujer? Sin embargo, es necesario haber arribado para poder sostener la función del analista, independientemente del sexo, a cierta posición femenina y poder confrontarse con “lo femenino” de cada cual.
Reflexionaremos también sobre las diferencias, si las hay, que aparecen en un análisis según sea la elección sexuada del analizante. Sabemos que existen diferencias en las formas en que hombres y mujeres responden en relación al deseo, al amor y al goce, según se inscriban en las fórmulas de la sexuación, que Lacan despliega en el Seminario XX, “Aún”, posiciones que tienen consecuencias en la transferencia y en los desenlaces de la cura.